Arturo Estévez Varela fabricó un motor que funcionaba con agua y un mineral nunca desvelado. España se hizo con la patente pero no lo comercializó.
El inventor se jactaba durante las conferencias realizadas. Bebía varios sorbos de agua y el resto lo introducía en el motor. Ante la incredulidad de los espectadores, la motocicleta arrancaba.
El mecanismo producía hidrógeno para alimentar el motor gracias a un proceso químico entre el agua y el mineral, que estudios posteriores deducen que podría ser boro o paladio.
Arturo Estévez decidió ceder la patente al estado español para beneficio de todos. Aquí nace el mito, nunca más se supo nada del inventor. Para los amantes de las conspiraciones, estos sucesos son algo extraños y creen que el lobby del petróleo, las grandes empresas y los políticos están detrás.
Algunos inventores que sufrieron las consecuencias de sus creaciones ecológicas fueron Daniel Dingel, un filipino condenado en 2008 a 20 años de cárcel por hacer funcionar su auto con agua; Paul Pantone, encerrado en un psiquiátrico tras la fabricación de otro propulsor similar; o Stanley Meyer que, según los rumores, fue envenenado tras manejar su auto con agua.
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