Cuando comemos algo muy azucarado reciben la noticia las papilas gustativas, el intestino y el cerebro. Esta activación del sistema de recompensas no difiere de la forma en la que se procesan las sustancias adictivas como el alcohol o la nicotina; una sobrecarga de azúcar dispara los niveles de dopamina y genera más ansias.
¿Por qué los dulces y las golosinas deben ser disfrutados con moderación?
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