Malvinas: la guerra psicológica de Reino Unido

El gobierno de Reino Unido, en el inicio de la guerra por las islas Malvinas, comenzó una guerra psicológica para penetrar la moral de los soldados argentinos.

Veinticinco años después del conflicto, el Ministerio de Defensa descalificó una serie de documentos que revelan detalles de la misión encubierta.

El denominado Grupo Especial de Proyectos (GEP) tuvo la misión de "embaucar" a los soldados argentinos desplegados en las Malvinas/Falklands en abril de 1982, cuando apenas había estallado la guerra. La misión fue infundir temor.
Las tres metas específicas eran:
  • Reforzar la percepción argentina de la determinación del gobierno británico por recuperar las islas y el poderío de la flota enviada al archipiélago.
  • Intensificar la percepción entre los argentinos de que sus líderes eran irresponsables, enfatizando la escasez de suministros militares.
  • Desmoralizar a la guarnición argentina apelando a sus emociones y explotando el sentido de aislamiento.

Guerra de panfletos


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Para llevar su guerra psicológica al archipiélago utilizan dos "armas”: panfletos y la instalación de una radioemisora en español.

Los folletos fueron creados en diferentes momentos del conflicto, se imprimieron unos 12.000 ejemplares de cada uno.
Uno de los panfletos dice:

"Tus valerosos compañeros de armas ubicados hace poco en las islas Georgia del Sur han vuelto a su tierra patria. Fotografías de ellos recibiendo la bienvenida con honores militares y reunidos con sus seres queridos han aparecido en todos los periódicos", dice.

Y prosigue: "[Ellos] tomaron una decisión correcta y honorable. Tú debes ahora hacer lo mismo. Piensa en el peligro que te encuentras. Tus raciones y pertrechos de guerra están escasísimos […] Piensa en tus seres queridos y en tu hogar que esperan tu dichoso retorno".


Salvoconducto


Entre los folletos impresos durante el conflicto, uno de ellos ofrece a los argentinos una solución práctica: un salvoconducto firmado por el comandante en jefe de los fuerzas británicas, el contraalmirante John "Sandy" Woodward.

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El documento certifica: "El soldado que porta este pase ha señalado su deseo de no seguir peleando. Se le tratará estrictamente de acuerdo a lo estipulado por la Convención de Ginebra y deberá ser evacuado del área de operaciones lo más pronto posible".

Y añade para reconfortar al eventual portador: "Se le suministrará alimentos y tratamiento médico de ser necesario y después será internado en un lugar de albergue donde esperará su repatriación".

El texto incluso da instrucciones precisas sobre cómo usar el salvoconducto. Le recomienda al beneficiario: "a) deponer su arma. b) mantener este pase en posición bien visible. c) avanzar hacia el integrante de las fuerzas británicas más próximas".

Sin embargo, la guerra psicológica no resultó tal como la habían planeado. El GEP sostuvo que se desconocía en profundidad "las características psicológicas de la audiencia" para sacar el máximo provecho de la ofensiva con volantes.

El GEP advierte que otro obstáculo fueron las limitaciones técnicas para lanzar los folletos en el "teatro de operaciones". En la práctica, todo dependió de la buena voluntad de los militares británicos en el campo de batalla, a quienes desde luego los consumían las prioridades de la guerra.


Ondas de Radio


La RAdS transmitió en español entre el 19 de mayo y el 15 de junio, durante cuatro horas diarias. Su programación incluía boletines de noticias, comunicados, reportajes y en ocasiones música.

Sin embargo, según puede constatarse en el material desclasificado, la operación acabó frustrada. acabaron frustrados.

malvinas guerra psicológicaEl contenido era “de principiantes" ya que comprometía su imparcialidad. El lenguaje usado era cercano al de los centroamericanos y carecía del conocimiento idiomático de de Argentina.

Los británicos reconocen esto como un error estratégico: ¿cómo se puede lograr una identificación emocional en la guerra psicológica si se usan modismos ajenos?

Pero el documento en cuestión va más allá y hace que todo lo anterior parezca menor ante dos comprobaciones fácticas: "Ningún conscripto tenía la menor idea de lo que era la RAdS […] Los soldados argentinos ni siquiera estaban enterados de esta transmisión o nunca llegaron a escucharla debido a las circunstancias". 

"La mayoría de los efectivos se encontraban en el terreno y, a excepción de algunos oficiales, ninguno de ellos tenía receptores". Y "cuando surgía alguna oportunidad de escuchar radio, sintonizaban las radios de Argentina".




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